Cambios, cambios y más cambios. Uno cuando crece va cambiando, va tomando decisiones, se va equivocando, se va confundiendo, se va alegrando y todo se vuelve un conjunto que a la larga se convierte en la tan deseada madurez.
En mi vida he tomado una que otras decisiones, algunas me han salido bien, otras no tanto, y unas, ni que hablar. Cuando decidí salir de mi país, ya hace 8 años atrás, fue una decisión difícil, pero me sentía convencido de que era lo mejor. Creo no haberme equivocado, Buenos Aires, ciudad a la que amo mucho, y la que siempre me recibirá con los brazos abiertos, mi segundo hogar, me dio mi profesión, me dio amigos incondicionales, me dio ilusiones. Siento a veces que no me despedí como debí, que me faltó algo más.
Hoy mi realidad es otra. ¿Si lo soñaba así? Sinceramente, no. Ahora me encuentro en mi país, mi ciudad, me vine por una ilusión que se fue diluyendo mientras pasaron los meses, y que hoy está completamente muerto. Tuve la suerte de conseguir un trabajo, gracias a personas que quiero mucho, como es la Sra Mily, a quién no tengo el gusto de conocerla personalmente, pero que es una dulzura como mujer, como madre, como amiga. Su hija, quién también fue parte de mis logros, y su primo quién me dio la chance de formar parte de una linda familia. Hoy en mi trabajo, siento que no tengo jefes, sino amigos, compinches, y claro que uno se siente a gusto trabajar así.
Hace unas semanas cumplí 26 años. Cómo pasa el tiempo. Y después de escuchar muchas veces a alguien decirme que tenía que mudarme, tomé la gran decisión de hacerlo. Por primera vez viviré solo, bueno, en realidad con un amigo, primo, confidente, pero ya no tendré a mi madre, a mis abuelos al lado. Hoy estaré solo, con mi cama, mi laptop y mi soledad que serán los que me acompañarán en esta aventura. Sólo espero que no sea una equivocación, al contrario, que sea un paso gigante el que esté dando, un giro en mi vida, que me haga más fuerte, más duro, menos sentimental, más realista, pero sin perder la ilusión y menos los sueños.
Cambie mi barrio victoriano, por uno cerca al mar. Caminaré por una constelación, desolada y media oscura, me reencontraré con los libros, con mi silencio, con mis miedos, con mis llantos, mis alegrías. Y después de todo, espero poder decir, “Que bueno haber regresado”.
Han pasado 7 meses desde que regresé como un loco enamorado, pensando que nada importaba sólo ella. Siete meses después, alguien me dijo: “Mírate ahora, estás más tranquilo, ahora piensas con la cabeza, y no con el corazón, todo vendrá de a poco, todo pasa…” Y gracias a Dios estoy por ese camino.
Hoy, mi segunda noche, con vecinos nuevos, amigos que son como primos.
Agradecido hasta los huesos.